La Lectio Divina es un método de acercamiento a la Biblia, leída como Palabra de Dios. Tiene como objetivo que el orante logre un encuentro personal con Jesucristo, Palabra del Padre, y así su vida sea conforme a la voluntad de Dios.
“Es necesario que todos conserven un contacto continuo con la Sagrada Escritura a través de la “lectio divina”. Y recuerden que la lectura debe ir acompañada de la oración” (Vaticano II, Dei Verbum 25).
Para orar con el método de la lectio divina, tanto si es en soledad o con otras personas, pueden reunirse y comenzar por pedir la luz y la fuerza del Espíritu Santo. Pueden hacerlo mediante una oración espontánea del guía, cantando juntos una canción, etc. Busquen un pasaje de las Escrituras sobre el que van a reflexionar; un salmo, el evangelio del domingo correspondiente, un pasaje de los profetas, etc. Y pueden seguir estos pasos:
1. Lectio (Lectura) ¿Qué dice el texto?
“Habla Señor que tu siervo escucha” (1Sam 3,10)
Lea y relea el texto con atención y respeto. No lea solo con los ojos, no lea como mero espectador. Que su lectura sea escucha; deje que la lectura le “afecte”. Procura imprimir el texto en su corazón. Advierta la palabra, la imagen, el mensaje que queda repicando en usted. Cuando la haya encontrado, es el momento de pasar a la meditación.
2. Meditatio (meditación) ¿Qué dice de mí este texto?
“María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón” (Lc 2,19)
Reconozca con serenidad lo que dice de usted este pasaje, cómo lo lee, qué dice de sus circunstancias, de lo que le alegra o preocupa. La Palabra se vuelve como un espejo en el que nos vemos reflejados. Cuando perciba la invitación de Dios, será consciente de que necesita ayuda para la misión encomendada. Es el momento de la oración.
3. Oratio (oración) ¿Qué me hace decirle a Dios este texto?
“Pidan y Dios los atenderá, busquen y encontrarán; llamen y Dios les abrirá la puerta” (Lc 11,9)
Diríjase a Aquél cuya Palabra ha escuchado y acogido en su corazón. Deje que brote la súplica, la alabanza, la intercesión la acción de gracias, etc. Sentirá que su oración no se cierra en los límites de una relación exclusiva son Dios. Acoja la realidad eclesial, la vida del mundo. Sus anhelos son también los suyos.
4. Contemplatio (contemplación) “Permanezcan en mi amor” (Jn 15,9)
Acepte la mirada del Dios que le ama. Acepte que le entregue nuevos ojos para mirar al ser humano, al mundo, para verle a él y conocer su voluntad. En este momento no hay preguntas. Es permanecer en calma ante Dios. Consentir en ser mirados, quedando abrazados a la Palabra que nos salva.
5. Actio (compromiso) ¿Qué compromiso me sugiere este texto?
“Vete y haz tú lo mismo” (Lc 10, 30-37)
La luz recibida del Espíritu Santo y la fortaleza de la Palabra le enseñarán a contemplar las cosas desde Dios y a acoger en la vida lo que es conforme al Evangelio de Jesús. Dios Padre le necesita como carta viva escrita por Cristo y dirigida a sus hermanos. Cuenta con usted para llevar a cabo el proceso de transformación que su Palabra está provocando en el interior de la historia.
Puede concluirse la lectio divina compartiendo con los demás nuestra meditación y recitando juntos alguna oración conocida.
Oraciones para antes de meditar la Palabra de Dios
Ven, Espíritu creador y creativo (Cardenal Carlo M. Martini)
Ven, Espíritu creador y creativo,
ven, ley nueva y ábrenos los ojos
para que podamos contemplar el misterio de Dios
en su obrar en la historia.
Ven, Espíritu consolador,
y ábrenos el corazón para que podamos conocer
cómo nosotros, gracias a ti, somo parte creativa
de ese misterio.
Ven, Espíritu de Cristo,
y muéstranos el rostro de Jesús en la historia,
muéstranos el rostro de la Iglesia de Jesús.
Tu Palabra tiene vida (P. Pepe Ferreyra sdv)
Señor Jesús, tu Palabra nos muestra
el estilo de vida de tus seguidores,
nos habla de ti y del proyecto del Padre,
nos indica el camino, la forma de seguirte.
Tu Palabra nos dice que para ser tu discípulo
debemos tener el corazón puesto en ti,
la mirada en la gente y las manos gastadas
de servir y ayudar.
Señor, que al contemplar tu Palabra seamos
iluminados por tu Espíritu,
para asumir y vivir lo que nos pides.
Ayúdanos Señor, danos tu gracia para
transformar en vida lo que reflexionaremos.
Amén.
Oraciones para después de meditar la Palabra de Dios
Dichoso lo que escuchan la Palabra de Dios (Equipo Teyocoyani)
Señor, el pan de tu Palabra, cuanto más se come, más hambre da.
Tu Palabra es como agua que apaga la sed, refresca, fecunda y limpia.
Es como luz que devuelve la vista a los ciegos.
Es, también, espada de doble filo: penetra en lo profunda del alma,
hiere y sana, angustia y libera, inquieta y da la paz,
mata al hombre viejo y nos convierte en criaturas nuevas,
creadas en la verdad y la justicia, en la libertad y el amor de Cristo.
¡Dichosos los que ponen en práctica todo lo que han comprendido
del misterio de tu voluntad al leer y meditar tu santa Palabra!
¡Ven, Señor, en ayuda de mi debilidad!
Amén
Que te ame, Señor (Beato charles de Foucould)
Dios mío,
dame una señal constante
de tu presencia en mí y a mi alrededor…
y, al mismo tiempo, dame el amor repleto de temor
que se experimenta en la presencia de todo aquello
que se ama apasionadamente,
y que nos permite permanecer
delante de la persona amada,
sin poder apartar de ella los ojos,
con el gran deseo y la voluntad
de hacer todo lo que le agrada,
todo lo que es bueno para ella;
y con el gran temo de hacer, decir o pensar
alguna cosa que le desagrade o lastime.
En ti, por ti y para ti.
Amén.